miércoles, 1 de agosto de 2012


EL PATRIMONIO DE LOS DIRIGENTES SINDICALES

Recientemente, un programa televisivo mostró la carrera y los negocios de los dirigentes gremiales que se reunieron con Cristina Kirchner. Entre ellos sobresalía el caso de Gerardo Martínez, secretario general de la Uocra, que nunca fue obrero de la construcción y es investigado como colaborador de la última dictadura militar. A la vez, la dirección de la Uocra apareció involucrada en un escándalo de coimas a cambio de las condiciones de seguridad en las obras. José Pedraza, dirigente de la Unión Ferroviaria, se encuentra imputado por el crimen de Mariano Ferreyra y fue detenido en su piso de Puerto Madero, valuado en un millón de dólares y que paga 6 mil pesos mensuales de expensas. Fernández, dirigente de la UTA, se denunció que se encontraba en Miami mientras los choferes de larga distancia estaban de paro. En el caso de Armando Cavalieri, aparece como dueño de una cerealera y de un campo en Roque Pérez, mientras que su esposa es titular del complejo de Tierra Santa. Aunque hoy estén distanciados de la presidenta, Moyano y Barrionuevo (que se hizo célebre con su frase de “hay que dejar de robar por dos años”) también gozan de enormes privilegios que no se condicen con el sueldo de un camionero, gastronómico, empleado de comercio, o de cualquier trabajador.

El abultado patrimonio de la burocracia sindical no es una novedad. Lo que ha cambiado en los últimos años es que se desarrolla cada vez con más fuerza un repudio a esa burocracia, que tiene esos privilegios a cambio de entregar y de negociar nuestras condiciones de trabajo ante las patronales y el Ministerio de Trabajo. El movimiento obrero se encuentra en una etapa de transición caracterizada por un ascenso de las posiciones clasistas, de un lado (como se ha visto en las listas de oposición en gráficos y alimentación), y una burocracia que se divide y se va descomponiendo, del otro.

Necesitamos expulsar a la burocracia de los sindicatos y construir una nueva dirección, que tenga una independencia política de la patronal y del gobierno de turno. Sólo de esta manera podremos derrotar la precarización laboral, el maltrato y los bajos salarios.


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